Los primeros pasteles
- Pasteles y Postres Ary Garrido
- 3 may 2017
- 2 Min. de lectura

Los primeros pasteles fueron grandes y redondos panes, cubiertos con miel y adornados con nueces y frutas secas, que se preparaban para celebrar el cumpleaños de los varones egipcios. Pero el típico pastel circular y brillante por la luz de las velas nació en la tierra de los dioses del Olimpo. Los griegos horneaban pasteles redondos como la luna para honrar a Artemisa, diosa virgen de la caza y del astro de la noche.
Las velas en el pastel representaban los resplandores de la luna. Una vez en el templo de Artemisa, se soplaban las velas con la esperanza de que el humo llevara las plegarias hasta la morada de los dioses. Hoy pedimos deseos antes de soplar las velas, pensamiento místico que proviene de una tradición pagana.
Algunos colocan objetos dentro del pastel: monedas, anillos o dedales que, de ser encontrados, son presagios de riqueza, matrimonio o mala suerte. Esta tradición medieval inglesa nos hace pensar en la rosca de Reyes que partimos cada 6 de enero: un bollo dulce, propio de la repostería española, adornado con rodajas de fruta cristalizada y que semeja la corona real.

El origen de la rosca no tiene nada que ver con la historia de los Reyes Magos y mucho con las saturnalias romanas, fiestas dedicadas al dios Saturno para celebrar los días más largos que suceden al solsticio de invierno. Durante estas fiestas, un pan redondo hecho con higos, dátiles y miel era la delicia de plebeyos y esclavos.
A partir del siglo III, comenzó a esconderse un haba seca en el interior del pan. Quien la encontrara, era nombrado “Rey de reyes”, aunque la gloria duraba un cortísimo periodo de tiempo.
En algunos países se esconden monedas y otros objetos de valor dentro de la rosca. En España continúa la tradición del haba, con la diferencia de que quien la encuentra debe pagar la rosca; lo que se espera es encontrar una figurilla que convierte al comensal en el coronado de la noche.

En México no escondemos monedas ni habas en el interior de la rosca, sino uno o varios muñecos que representan al Niño Jesús. Antes, los muñecos
eran verdaderos regalos hechos de porcelana o cerámica; actualmente son de plástico con rebaba y más bien parecen pequeños premios Oscar.
Se acostumbra sopear el pan en chocolate, y el que encuentra el muñeco —aunque nunca falta el salado que se lleva toda una colección a casa— debe costear la tamaliza el Día de la Candelaria.
Comments